20.5.17

En ese árbol ya no se posan los pájaros. Ya no juego a la lotería ni nada de eso porque no puedo dispersar la suerte. La necesito para unos planes afinados pitagóricamente. Un chico de gafas redondas que paseaba un galgo unido a él por una correa invisible nos saludó muy sinceramente. HOLA. Y no fue como el que dice el pueblo de Kenia del mismo nombre, a 9.033,8 kilómetros de distancia. Fue un saludo muy cercano, fue casi un SÍ. Como no había nubes en el cielo las echábamos de menos. Pero no tengo claro que si lloviera yo echara de menos remotamente algo. Es como si obligatoriamente buceáramos en un pigmento azul, en una pintura supuestamente artística pero sin vuelo, a pesar de ser el cielo. (Pequeño extracto seleccionado al azar de una trama que podría titularse "TRANCE").